Estando sentado en una silla más o menos alta, estira una pierna delante de ti. Mantenla recta y levántala hasta formar un ángulo de unos 120 grados. Flexiona el pie procurando que los dedos miren lo máximo hacia arriba. Después, dobla la rodilla, subiendo y bajando la parte inferior de la pierna desde esa misma posición. Haz 30 repeticiones.

Si trabajas en una silla giratoria este ejercicio será perfecto para ti. Sube los pies, procurando que queden lejos del suelo, y mantén los hombros rectos. Sin tocar el suelo, únicamente impulsándote con la fuerza de la cintura, intenta hacer girar la silla. Deberías sentir presión en la zona abdominal. Impúlsate 20 veces hacia la izquierda y 20 hacia la derecha.

Cada vez que te levantes de la silla intenta hacerlo apoyándote en una sola pierna. Cuando te pongas de pie no eches a andar directamente: aguanta unos 10 segundos con una sola pierna en el suelo y balancéate antes de dirigirte a tu destino. Lo mismo cuando vuelvas a sentarte. Procura quedarte sobre una sola pierna antes de dejarte caer en la silla, balanceándote 10 segundos más hasta quedar sentado. ¡Intenta trabajar las dos piernas por igual!

Siéntate en la silla con la espalda recta, junta los pies bajo la mesa y aprieta las rodillas la una contra la otra. Haz fuerza al máximo durante unos 15 segundos, para 5 y vuelve a la carga: así unas 30 veces por cada pierna.

Siéntate poniendo el talón de una pierna sobre el muslo de la otra (como muchos hombres suelen sentarse) e inclínate lentamente hacia adelante. Deberías sentir cómo se estiran tus caderas y la parte baja de la espalda.